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 EL JEFE Y YO

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Angel Moon
Diosa Oscuridad
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Diosa Oscuridad
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Diosa Oscuridad


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MensajeTema: EL JEFE Y YO   EL JEFE Y YO Icon_minitimeLun Oct 31, 2011 7:40 pm

es una Adaptación del libro El jefe y yo de Ivonne Lindsay y perdon la trama es una adaptación sin fines de lucro y sin ofender a nadien.

El jefe y yo

Prologo

Desde su puesto de trabajo, Serena Tsukino había soñado muchas veces con Darien Chiba, con pasar una sola noche con el esquivo millonario y dar rienda suelta a la pasión. Por eso cuando Darien busco refugio en sus brazos, la inocente secretaria no pudo hacer otra cosa que caer rendida.

Pero entonces, unas semanas después del encuentro clandestino, serena recibió un inesperado regalo navideño: estaba embarazada. Darien no tardo en ofrecerse a cuidar de ella, pero serena sabia que su escandaloso pasado le impedía aceptar la proposición del millonario… no podría hacerlo ni siquiera por el bien del bebe
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Angel Moon
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Angel Moon


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MensajeTema: Re: EL JEFE Y YO   EL JEFE Y YO Icon_minitimeLun Oct 31, 2011 9:37 pm

tia me encanta tu fics es muy hermoso
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DANE MOON
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MensajeTema: Re: EL JEFE Y YO   EL JEFE Y YO Icon_minitimeLun Nov 14, 2011 3:35 pm

mmm me encantaria leerlo pero es para mayores de d18 sera que puedo hacerlo? por que se ve interesante
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Dark Oscuro
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MensajeTema: Re: EL JEFE Y YO   EL JEFE Y YO Icon_minitimeLun Nov 14, 2011 9:03 pm

que edad tienes?
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DANE MOON
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MensajeTema: Re: EL JEFE Y YO   EL JEFE Y YO Icon_minitimeLun Nov 14, 2011 9:56 pm

m unos 15 con mentaliada de 30
entiendo lo ques es la vida muy bien o mis padres me lo enseñaron muy claro
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princesa luna
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MensajeTema: Re: EL JEFE Y YO   EL JEFE Y YO Icon_minitimeMar Nov 15, 2011 1:28 pm

pues se supone que no pero si tu quieres leerlo nosotros no podemos prohibirlo ya que los usuarios pueden cambiarse la edad para aparentar mas edad cuando en realidad quizas no la tengan
mi recomendacion es que no pero esta en cada usuario leerlo o no
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DANE MOON
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MensajeTema: Re: EL JEFE Y YO   EL JEFE Y YO Icon_minitimeMar Nov 15, 2011 6:59 pm

princesa luna escribió:
pues se supone que no pero si tu quieres leerlo nosotros no podemos prohibirlo ya que los usuarios pueden cambiarse la edad para aparentar mas edad cuando en realidad quizas no la tengan
mi recomendacion es que no pero esta en cada usuario leerlo o no

gracias Very Happy lo leere
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Diosa Oscuridad
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MensajeTema: Re: EL JEFE Y YO   EL JEFE Y YO Icon_minitimeMiér Nov 16, 2011 6:59 pm

perdon por el retraso aqui traigo el capitulo 1 espero que les guste

Capitulo 1

Sintió el amargo sabor de la bilis en la garganta.

Darien chiba arrojo bruscamente el informe del investigador sobre el escritorio de madera de caoba, haciendo que los papeles salieran volando y planearan hasta caer sobre la espesa alfombra de la oficina.

A través de la puerta abierta a sus espaldas, oyó el zumbido del motor de la lancha al alejarse de su embarcadero privado en una isla cerca de Auckland.

El amargo sabor de boca que tenía rivalizaba con la malevolencia de las acciones de su ex esposa. Por si su insaciable afición a las fiestas y al juego no hubiera sido suficiente, ahora se había enterado de que, a los seis meses de matrimonio, se había deshecho de su bebe, el hijo que sabia que el deseaba, y a continuación se había dejado esterilizar.

Si no hubiera sido por un descuidado comentario de una de sus amigas en un reciente evento para recaudar fondos, no se habría enterado. Un insignificante comentario basto para que empezara a investigar hasta confirmar que había mentido sobre el aborto.

La prueba de su traición estaba ahora esparcida por el suelo. La información le había costado un ojo de la cara, pero valía cada céntimo que había pagado por ella. Había conseguido una copia de su ingreso en un hospital privado de hacia cuatro años, las facturas del anestesista, del cirujano, del hospital y de los tramites de finalización y esterilización. Y el había sido completamente ajeno a todo ello. Sintió un desgarro en el corazón.

¿Y ahora quería más dinero? Se lo habría dado con tal de deshacerse de ella, hasta el momento en que recibió aquella información. Había ido demasiado lejos.

El reloj de época dio la hora. Eran las nueve. ¡Maldición! Por culpa del encuentro, llegaría a la oficina con más retraso de lo que esperaba. Marco el número de la oficina.

-serena, voy con retraso. ¿Algún mensaje o problema?

-Nada urgente, señor chiba. He reprogramado su videoconferencia con nueva york – la dulce voz de su asistente personal fue como un calmante tras la locura de aquella mañana. Gracias a dios aun podía confiar en algunas personas.

Darien se puso la chaqueta del traje, se arreglo la corbata e, ignorando el crujir del informe bajo sus pies, salio por la puerta hacia el helicóptero que lo esperaba para llevarlo de su casa en la isla al distrito financiero de Auckland.

Si serena tsukino recibía otra flor de pascua envuelta en tela de cuadros, iba a gritar.

¿Y que si su cumpleaños caía en nochebuena? Estaba acostumbrada, pues era el mismo día de todos los años.

¿Por qué, entonces, se sentía diferente ese año? Vacía.

Sola. Parpadeo para ahuyentar las lagrimas que escocían sus ojos "Se fuerte", se dijo para sus adentros. La autocompasión no era su estilo. La supervivencia, costara lo que costara, siempre era su lema.

Al menos sus compañeros se habían acordado de que era su cumpleaños, y no solo el último día de trabajo antes de las vacaciones de navidad. Enderezo los hombros y, con la planta pegada a su pecho, esbozo una sonrisa.

-La flor de pascua es preciosa, gracias de todo corazón -gracias a dios las palabras sonaron bien, con el adecuado nivel de entusiasmo.

-¿Nos vemos esta noche en la fiesta, serena? –pregunto una de las chicas.

-Si, allí estaré –confirmo. Alguien tenía que encargarse de que la fiesta anual discurriera sin problemas, de apartar discretamente a los extremadamente ebrios y meterlos en taxis, y de solventar las roturas y las manchas de vino. Por tercer año consecutivo ella era ese alguien.

Le encantaba su trabajo, y era muy buena. Era la mejor. Y por eso había llegado a asistente personal ejecutiva de darien chiba, el director del departamento legal.

Un pitido procedente de la zona del ascensor al final del pasillo enmoquetado, e hizo que un pequeño grupo de mujeres corrieran hacia sus respectivos lugares de trabajo. Serena puso la flor de pascua de suntuosas hojas rojas sobre la mesa supletoria detrás de su escritorio, junto a la que le habían enviado del departamento financiero y las dos de seguridad y personal. Se mordió el labio inferior. ¿Cómo demonios iba a llevárselas en el autobús?

-Buenos días, Serena –su voz, sonora y profunda, hizo que se le erizada el pelo en la nuca. Desde el día en que la había entrevistado para el puesto de asistente personal, había experimentado la misma reacción inmediata, aunque había aprendido a ocultarla. Había dejado de preguntarse por que le alteraba su presencia, y había aprendido a ponerse a hacer su trabajo con seriedad, enmascarando el brote de calor que se extendía por su cuerpo. Algunas personas no creían en el amor a primera vista, pero serena sabia por propia experiencia que ocurría.

Apretó los dientes para, a continuación, liberar la tensión que agarrotaba sus músculos, y se dio la vuelta para mirarlo, segura de que el jamás había tenido ni el mas mínimo indicio de los pensamientos que cruzaban por su mente o del efecto que tenia en todos sus sentidos.

-El señor Tanaka de la oficina de Tokio ha llamado en relación a las negociaciones. Parecía nervioso.

-Debe de estarlo-dijo sin desacelerar el paso-. Son las cinco y media de la mañana allí. Pónmelo al teléfono.

Por un momento, serena se permitió le lujo de inhalar la esencia de su frescura y cara colonia. Sacudió mentalmente la cabeza y levanto el auricular del teléfono para marcar el número de Japón y pasarle la llamada a darien. Luego se levanto para cerrar las puertas de su despacho. Absorbido en la conversación en un impecable japonés, el no presto atención.

Serena suspiro. Amor a primera vista o no, darien no parecía consciente de ello. Recién divorciado de esposa de alta sociedad cuando serena empezó a trabajar para el, cualquier mujer, ella incluida, era invisible a sus ojos. Ella era simplemente una maquina fiable.

Segura de que la llamada al señor tanaka le tendría entretenido un buen rato, serena reviso por ultima vez los detalles de la fiesta navideña infantil y las de los empleados. Ese año se había superado a si misma. Había transformado la cafetería en una impresionante gruta navideña y, a las seis y media, darien aparecería disfrazado de santa claus.

Una sonrisa se dibujo en sus labios al ver el traje rojo colgado del antiguo perchero de metal. El señor chiba padre había insistido en que darien hiciera de santa con la excusa de que la artritis de su rodilla se lo ponía difícil a el y que era importante que alguien de la familia lo encarnara. Darien había protestado, pero una vez su padre había tomado aquella decisión, no había vuelta atrás, y menos aun por parte de su hijo menor.

-Diablos-una profunda voz a sus espaldas hizo que girara la silla-. No esperara que me ponga eso, ¿no?

-Creo que será un santa maravilloso, señor chiba.

El disgusto era evidente en su expresión facial. Le dio una grabadora y un montón de papales.

-Transcríbeme esto enseguida. Ah, y antes de hacerlo, asegúrate de que la sala de juntas esta libre y dile al equipo que hemos de reunirnos allí en media hora.

-¿Problemas?-pregunto serena, cambiando mentalmente sus citas para dejarle el resto de la mañana libre. Si quería convocar a todo el equipo jurídico, debía de tratarse de algo serio.

-Nada que no tenga solución, aunque llega en mal momento-dirigió una mirada ceñuda al traje de santa que colgaba de la percha-. ¿Crees que…?

-No permitirá que se escabulla –dijo, sacudiendo la cabeza con compasión.

-No –Darien dejo salir un suspiro y se paso una mano por su cabello perfectamente cortado y peinado, descolocando algunos mechones.

Serena volvió a sonreír. Todo aquel asunto de santa había descolocado al normalmente tranquilo y sostificado darien chiba, un hombre al que había visto enfrentarse a batallones de abogados de todas partes del mundo por acuerdos inmobiliarios.

Jamás se había imaginado que la idea de tener una procesión de niño haciendo cola para sentarse sobre sus rodillas pudiera causar tan nerviosismo en el. ¿Pero quien era ella para juzgarle? Los niños también la ponían nerviosa a ella y, a diferencia de mucha de sus semejantes, serena había tenido su reloj biológico a los 26 años. No tendría hijos a menos que encontrada ciertas respuestas sobre su pasado.

Odiaba esa época del año. La alegría de la fiesta servia para recordarle todo lo que ella no tenia, ni había tenido nunca. Saber que había asegurado la diversión de sus compañeros en la fiesta de aquella noche, normalmente le bastaba para mantenerse a flote en medio del horrible y deprimente vació de las vacaciones, hasta poder enterrar la cabeza de nuevo en el trabajo.

Serena suspiro de nuevo y se centro en la tarea que tenia entre manos.

Cuando el payaso al que había contratado hizo de nuevo el ridículo, resonaron risas por toda la habitación. Serena ojeo su reloj. Quedaban 5 minutos para que apareciera santa. Ya debía estar hay. A lo mejor tenia problemas con el traje.

Se volvió a hacia su asistente, Ami, una joven callada y recién graduada, pero con visos de convertirse en una gran asistente personal con el tiempo.

-Si no estoy de vuelta con el señor chiba en 5 minutos, arle una señal al payaso para que siga un poco mas, ¿De acuerdo? Probablemente haya recibido alguna llamada.

En el ascensor, serena reviso mentalmente el plan para la velada. Todo debería transcurrir como un reloj.

Empezó asentir cierta irritación. Con mucho que simpatizada con la desgana de darien por hacer de santa, se lo debía a los niños. Se había decidido safarse de aquellos niños ilusionaros que había abajo, le diría un par de cosas a la cara, fuera su jefe o no.

Recorrió la distancia entre el ascensor y la oficina en tiempo record, y llamo a la puerta con los nudillos antes de abrir y entrar como una ráfaga. Pero se quedo paralizada y tuvo que tragarse las palabras de enojo que se había ido formando en su mente por el camino.

Darien Chiba estaba de pie a medio vestir en su oficina. Los pantalones rojos vivo del traje apenas se ajustaba a sus caderas, y parecían amenazar con bajarse si movía un solo músculo.

"¡Que dios se apiade de mi!", pensó serena, recorriendo con la mirada aquel pecho moreno al desnudo. Era increíble lo que armani podría esconder bajo sus tejidos, pensó serena, tratando de esforzarse en mirarle a los ojos, y esperando que el brote de energía que sintió no fuera visible en su rostro. Por su temperatura interior, debería estar brillando como una balisa.

Inhalo un suspiro, tratando de calmarse. ¿A que había venido? Ha, si, santa.

-5 minutos, señor chiba.

-Ya lo se. El maldito traje es demasiado grande. Ayúdame a rellenarlo. Supongo que los niños esperan un santa entrado en carnes.

-Me imagino que si –respondió ella, recogiendo varios cojines del sofá de la oficina -. ¿Servirán?

-Muy bien. Aquí –darien se metió las manos en los pantalones para abrirlos -. Yo los sostengo, y tú los rellenas.

¿Estaba de broma? Serena vacilo.

-¿A que esperas?

Por su puesto, el no tenia ni idea del efecto que tenía sobre ella. Para el, no era una mujer con necesidades y deseo, si no una simple asistente personal.

-Supongo que esto es a lo que se refería al decir y ocasionalmente otra funciones según exigencia en la descripción de responsabilidades del puesto del trabajo –Dijo para quitar seriedad a la situación. Cuando serena empezaba a preguntarse por que demonios habría dicho aquello, de repente, los rabillos de los ojos de darien se arrugaron a soltar una carcajada.

-Si, supongo. Aunque no creo que recursos humanos estuviera pensando en algo como esto.

Serena le devolvió una sonrisa nerviosa, y se forzó a no mirar hacia abajo. Tratando de controlar el temblor que amenazaba con vibrar por todo su cuerpo, metió con cuidado el primer cojín entre su abdomen y la cera roja.

-No pasa nada, serena. No muerdo.

Estupendo… se estaba riendo de ella. Bien, pues le demostraría que no estaba asustada. Metió el siguiente cojín apresudademente, rozando sin querer con los dedos la fina línea de bello que iba desde el ombligo hacia abajo. Al hacerlo, oyó detenerse su respiración, y aparto la mano de prisa al ver como se lo ponía la piel de gallina.

-Eso debía bastar -¿Acaba de oír temblar su voz? Y peor todavía, ¿Lo habría oído el?

-Necesito más.

¿Mas? Todavía le ardía la mano del fugaz roce con su piel. Ella también necesitaba mas, aunque lamentablemente sabia que no estaba pensando en la misma cosa.

Mordiéndose el labio inferior, serena encajo otro cojín en el pantalón. Decidirá a no dejarse llevar por sus instintos, por el deseo de rozarle de nuevo con los dedos, le dio una suave palmadita al montículo acolchado. Alcanzo la chaqueta roja y se la tendió. Se permitió el lujo de admirar brevemente su espalda y sus hombros, maravillada por el juego de músculos al contraerse para ponerse la prenda y ceñírsela a la ensanchada cintura. El agarro el gorro y la barba de su escritorio, y se los puso apresuradamente antes de volverse a mirar a serena otra vez.

-¿Y bien? ¿Qué tal estoy?

¿Qué como estaba? Pestaño, intentando buscar las palabras para describirlo. Desde luego, no se parecía a los santa que la habían aterrorizado de niña, haciendo que saliera corriendo con lágrimas en los ojos. A pesar del relleno de la cintura y de la ridícula barba afelpada que ocultaba las líneas de su mandíbula, no podía borrar la imagen medio desnuda de darien de su mente.

-Ha olvidado las cejas –consiguió decir finalmente, casi en su habitual tono tranquilo. "Bien hecho", se felicito a si misma.

-No tendré que ponerme esas dos cosas blancas que parecen orugas ¿no?

-Claro que si. Si no, no seria santa.

Serena apretó y relajo los dedos en vano intento por dominar el temblor que amenazaba con revelar sus nervios antes de despegar las cejas del papel protector.

Se adelanto para pegarlas sobre sus ojos. Al mismo tiempo, el inclino ligeramente la cabeza para ayudar y, de repente, sus labios se encontraron al mismo nivel. No tenía más que dar un diminuto paso para posar sus labios sobre los suyos. Para dar vida a los sueños que la asediaban por las noches, haciendo que se despertara con las sabanas enredadas y llena de un deseo que no podría apaciguar.

Enseguida sofoco sus desenfrenados pensamientos y se concentro en las cejas postizas. Si cedía a sus deseos, podía quedarse sin empleo, y eso era algo que no podía permitirse, y menos teniendo en cuenta los gastos médicos de mina. Una vez terminada la labor, se aparto a una distancia prudente para no dejarse llevar por sus impulsos.

-Esta estupendo –dijo dulcemente.

-Bien, eso es lo que importa. Vamos.

Caminaron en silencio hacia la cafetería del octavo piso.

-Espere aquí –le dijo serena delante de la cafetería.

Trato de ignorar la sensación de calor que sintió a través del tejido rojo del traje al ponerle una mano sobre el brazo-. Primero tengo que anunciarlo.

¿Era su imaginación, o darien se habia puesto pálido de verdad? ¿Estaba asustado? Bajo la barba, pudo distinguir finas líneas de tensión alrededor de sus labios, y sintió impulso de tranquilizarlo.

-Todo ira bien –murmuro suavemente-. A los niños les encantara

-Te quedas, ¿no?

No tenía pensado quedarse a ver esa parte del evento. La visión de una hilera de niños haciendo cola para sentarse con santa todavía le causaba pavor.

-En realidad tengo que ocuparme de otras cosas.

Estaré de vuelta antes de que termine la fiesta.

-Quédate.

Darien no tenia ni idea de cual era su problema, pero ¿Por qué iba a tenerla? A todo el mundo le encantaban las navidades. A todos menos a la pequeña que habia crecido con un apellido elegido por los asistentes sociales, que le recordaba a la experiencia mas traumática de su vida. Aquella era una de las razones por las que jamás hablaba de su vida ni de sus años en hogares de acogida. Nadie deseaba admitir que habia sido abandonado. Para serena, su vida empezó el día que cumplió 18 años y se independizo del control del estado.

-¿Serena?

Tenía los dientes tan apretados, que le sorprendió que no se le rompieran. No podía explicarle su problema. Algunas de cosas siempre se mantenían en secreto. Asintió brevemente.

-A por ello.

Los niños no le dieron ni una razón para que se preocupara o se pusiera nervioso. Su excitación y sus chillidos de alegría inundaron la sala. La única que se puso de los nervios fue serena. ¿Por qué demonios habría accedido a quedarse?

Sentado sobre su trono, Darien subió a una niña sobre sus rodillas. La niña, de no más de tres o cuatro años, recorrió la sala con la mirada, y su labio inferior empezó a temblar.

A pesar del aire acondicionado, pequeñas gotas de sudor empezaron a formarse en la espinilla de serena.

Ligeramente mareada, se apoyo sobre la pared a sus espaldas. Respiro hondo, tratando de controlar el terror que la invadía, pero ya era demasiado tarde.

Una imagen nítida se proyecto en su mente. Era una niña, sentada en el regazo de santa, escudriñando nerviosa la multitud en busca de su madre. Los nervios se fueron transformando en pavor, y el pavor en terror al no encontrar el rostro de su madre entre las masas en movimiento en el centro comercial. Las autoridades acudieron en cuanto averiguaron a que se debian sus histéricos sollozos, pero no lo suficientemente rápido para poder encontrar a su madre entre la multitud de espectadores asombrados. Aquella sensación de abandono y pérdida seguía causando conmoción y resentimiento en serena. Pero ya habia dejado de tratar de entender que clase de madre abandonaba a su suerte a su hija de tres años el día antes de navidad.

Se esforzó en encontrar algo en lo que concentrarse para calmar los temores que los recuerdos reavivaban y recuperar el ritmo de su respiración. Ese algo resulto ser darien que, con infinita paciencia, señalo a los padres de la niña, consiguiendo que una sonrisa se dibujara en la expresión del pequeño rostro de preocupación.

Al abrir los puños, serena sintió el cosquilleo de la sangre al volver a regar sus extremidades. Al otro lado de la sala, la niña saludaba sonriente a su madre. Y darien, en lugar de prestar atención a la niña que tenía sobre las rodillas, estaba mirándola a ella directamente.

Vio como sus labios, delineados por la esponjosa barba, pronunciaban las palabras:

-¿Estas bien?

¿Se habia dado cuenta de su ataque de pánico? Le devolvió una débil sonrisa, acompañada de un leve movimiento afirmativo. El siguió mirándola a los ojos un instante más, y luego volvió su atención hacia la niña que tenia a su cuidado, y le dio un regalo alegremente envuelto.

Así era como debian ser las cosas. Los niños debian poder recibir su regalo, tener la oportunidad de contarle a santa sus mas ardientes deseos para mañana de navidad, y contar con la continua presencia tranquilizadora de sus padres esperando no muy lejos.

Cuando el último paquete fue distribuido, llego el momento de finalizar la fiesta infantil. Santa tenía otras obligaciones, y serena apenas media hora entre la fiesta infantil y la de la empresa. Con un pequeño anuncio, dio fin a la celebración y, a juzgar por los aplausos tanto de niños como de padres, darien habia sido todo un éxito. Cuando la gente empezó a salir de la sala, serena se relajo, dejando salir la tensión de un día a pleno rendimiento, por no decir de todo un año. Ya solo quedaba una fiesta más, y hasta el año próximo, se consoló.

-¿Qué ocurrió? –la voz de darien se filtro en sus pensamientos.

Suspiro profundamente antes de contestar.

-Creo que ha ido muy bien, ¿no? Los chicos le adoraban.

-Parecía que hubieras visto un fantasma.

Serena suspiro. La técnica de la evasión no funcionaria, pues la tenacidad era uno de los muchos talentos que habían ayudado a darien a convertirse en uno de los hombres mas respetados internacionalmente en su campo. No se rendiría hasta quedar satisfecho con la respuesta.

-Solo estaba recuperando el aliento. Organizar todo ha requerido un gran esfuerzo y trabajo –aseguro.

Por un instante, pensó que lo habia conseguido, hasta que su mirada se torno desafiante.

-Me parecio algo mas que eso. Creí que ibas a desplomarte.

-Oh, por dios santo, no –Serena forzó una sonrisa.

-¿Ya te encuentras mejor? –insistió el.

-Si, estoy bien.

-Has hecho un gran esfuerzo. Amy te relevara el resto de la velada

-No estoy bien, de verdad.

-Ya lo veremos –dijo darien, dedicándole una severa mirada-. Vamos, será mejor que nos preparemos para el siguiente ataque.

-Vaya adelantándose. Me reuniré con usted arriba –lo observo mientras se alejaba. ¿Qué le habia hecho fijarse en ella en aquel terrorífico momento de debilidad? ¿La habría visto alguien más? No debía haber accedido a quedarse.

Echo un rápido vistazo a su alrededor. Los empleados de la limpieza estaban ocupados transformando la fiesta en una versión mas sofisticada de una fantasía de navidad. Habia sido una idea genial conservar el mismo encantador tema infantil para la fiesta de la empresa, y una solución simple, dadas las limitaciones de tiempo. Ya no tenia nada más que hacer allí.

Arriba, en la oficina, serena abrió el armario de los abrigos y descolgó una bolsa de la tintorería. Solo tenía que cambiarse en el baño y retocarse el maquillaje. Se soltó el largo y espeso cabello y, mientras lo peinaba, estudio el reflejo de su imagen. ¿Cuánto tiempo hacia que no se habia soltado el pelo, literalmente o en sentido figurado? Demasiado. Pero no se podía permitir perder el tiempo cuando tantas cosas dependían de ella. Volvió a recogerse el pelo en un moño a la altura de la nuca. Satisfecha con el resultado, se puso un pintalabios rojo. La dependienta tenía razón, el color daba vida a su piel ligeramente aceitunada. Ella prefería colores más suaves y discretos, que no resaltaran la voluptuosidad de sus labios, pero sabia que para aquella velada necesitaba algo llamativo. Además, era su cumpleaños. Tenía derecho a estar guapa.

Un vistazo al reloj le recordó el poco tiempote quedaba. Serena se quito el sombrío traje de oficina, y abrió la cremallera de la bolsa de la tintorería para sacar un vestido largo color carmesí. El cuello barco de la parte delantera del vestido sin mangas se convertía en un profundo corte en v en la espalda. Serena se quito el sujetador, y lo metió en la bolsa antes de deslizar la brillante seda del vestido sobre su cuerpo. Al mirarse al espejo se pregunto si no se habia pasado esa vez.

Normalmente alquilaba en vestido negro, pero algo de aquel vestido carmesí le habia llamado la atención.

Habia vacilado por el precio, consciente de sus obligaciones financieras, pero no era que estuviera inundada de regalos de la familia o de un amante, pues no tenia ninguna de las dos cosas. Así que, por una vez, se habia dado el gusto de hacerse un regalo y darse el placer de llevarlo esa noche.

En cuanto salio del baño, oyó la voz de una mujer en el despacho de darien. Habría reconocido la estridente voz de su ex mujer en cualquier lugar. Antes de su divorcio, toda la plantilla de secretarias habia estado a su disposición para ayudarla con su labor caritativa.

Pero Esmeralda era ante todo exigente, y las chicas solían sortear quien acudiría a su oficina para recibir instrucciones. Serena rezo por que, fuera cual fuera la situación, se resolviera rápido.

Tan silenciosamente como pudo, volvió a meter sus cosas en el armario y, justo cuando se dio la vuelta para marcharse, oyó vibrar la voz llena de desprecio de darien, algo que serena nunca habia oído salir de sus labios.

-¿Entonces no lo niegas?

-¿Cómo te atreves a investigarme? ¡Esos eran privados!

-Todo tiene un precio, Esmeralda, por desgracia no descubrí el tuyo hasta que fue demasiado tarde. Puedes decirle al bribón de tu abogado que no recibirás ni un céntimo más de lo ya establecido. Jamás. Y ahora, quítate de mi vista.

-¡Encantada!

Ya era demasiado tarde para escapar, así que serena enderezo los hombros para hacer frente a la ex señora Chiba.

-¿Visitando los barrios bajos con tus empleadas esta noche, darien? –dijo Rei con sarcasmo al pasar junto a serena. Le dirigió una rencorosa mirada, y añadió-: Sabía que estarías revoloteando por aquí, pero claro, olvidaba que no tienes a nadie esperándote en casa, ¿verdad?

Sin habla, serena retrocedió y la dejo pasar, seguida por una estela de un caro perfume francés.

-Siento que hayas tenido que oír eso, serena.

Con profundo suspiro para calmarse, serena se dio la vuelta para mirarlo. Darien estaba de pie junto a la puerta de su despacho. Sus ojos brillaban de ira.

-No pasa nada, señor –alargo la mano para alcanzar su bolso de fiesta, metido en el cajón superior de su mesa de trabajo. Aunque los comentarios crueles como los de rei tenían el poder de hacer daño, la experiencia habia enseñado a serena que no debía mostrarlo-. ¿Esta listo para volver abajo?

-Si, estoy listo –dio un paso hacia ella, y susurro-: Y parece que tu también –una fiera miraba de deseo brillo en sus ojos tan brevemente, que serena se pregunto si realmente la habría interpretado correctamente-. Serena, esta… espectacular.

Mientras el la examinaba de arriba abajo, serena casi se olvido de respirar. Una cosa era ser objeto de una mirada que acariciaba su cuerpo como un pañuelo de seda sobre la piel desnuda. Parecía como si la estuviera mirando a través de unas lentes diferentes, pero inmediatamente desecho la idea por absurda.

-Gracias señor. Usted también esta bastante espectacular –con su cabello y ojos azules, y un traje negro y camisa blanca con pajarita negra en el cuello, Darien Chiba parecía salido de una fantasía…. Su propia fantasía. Aquella en la que estaban ante el altar y el prometía amarla y respetarla para siempre. "¡Basta!", serena volvió a la realidad, le dio la espalda y empezó a caminar hacia la puerta para evitar decir o hacer alguna tontería.

Sus emociones ya habían sufrido suficiente aquella velada, y su aspecto aquella noche, por no mencionar la forma en que la miraba, producía tal confusión en sus sentidos que no podía ni pensar.

-Un momento, serena. ¿Vamos? –le ofreció el brazo y, sin vacilar, ella engancho la mano a su codo, con los nervios cada vez mas a flor de piel.

En el ascensor, sintió cierto alivio al quitarle la mano del brazo y apartarse un poco para presionar el botón para bajar al piso de abajo. Dejo caer la mano junto a su cuerpo, pero los fuertes dedos de darien enseguida la agarraron, volviendo a colocarla sobre su brazo.

-¿Señor Darien?

-Sígueme la corriente, serena. Puede que necesite una bella mujer colgada del brazo esta noche –dijo con una sonrisa casi burlona.
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Bunny Chiba
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MensajeTema: Re: EL JEFE Y YO   EL JEFE Y YO Icon_minitimeJue Nov 17, 2011 7:29 am

Me gusto... Sigue asi... ya estoy esperando la actualizacion esta genial, me gusta me gusta.... solo una cosa...
La ex esposa de Darien es Rei o Esmeralda??? me confundi con ello
Saludos Bunny!!
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DANE MOON
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MensajeTema: Re: EL JEFE Y YO   EL JEFE Y YO Icon_minitimeJue Nov 17, 2011 9:28 am

me encxanta pero tambien tengo la m,isma pregunta que bunny chiba la ex de darien es rei o esmeralda me encanta la historia escribes muy bien
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Diosa Oscuridad
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MensajeTema: Re: EL JEFE Y YO   EL JEFE Y YO Icon_minitimeJue Nov 17, 2011 9:35 pm

perdon la ex esposa de darien se llama esmeralda la hermana de darien se llama rei
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Angel Moon
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MensajeTema: Re: EL JEFE Y YO   EL JEFE Y YO Icon_minitimeJue Nov 17, 2011 11:16 pm

me encanta este fics es muy interesante
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MensajeTema: Re: EL JEFE Y YO   EL JEFE Y YO Icon_minitime

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